lunes, 12 de noviembre de 2007

LA INVITACION A MORIR -Sidney Jourard-

Gracias al Maestro Edgardo Riveros por este regalo
La vida personal se asemeja a una ameba moviéndose a través del tiempo. Cada plan de vida es un seudo-empuje hacia el mañana -cinco segundos o cinco años hacia delante-. Del mismo modo, el hombre se impulsa al mundo imaginario que él mismo, de esa forma, “proyectó”, es decir desde un pseudo empuje...

La vida humana puede también estar unida al trabajo de cualquier artista, quien, enfrentando lienzos vacíos o greda sin forma, los transforma en formas maravillosas y agradables. Al comienzo, la pintura o la estatua existen sólo como la experiencia imaginativa del artista. Cuando la obra está terminada, su imagen privada se transforma en una percepción pública.
Visto desde este punto de vista, el hombre no es un ser que se mueva por impulsos, impelido por estímulos, o que solamente vive por hábitos. Es más adecuado retratar a un hombre y su mundo como algo humano más que animal o mecánico, metafóricamente hablando. El hombre como tal, vive en el mundo que él experimenta -un mundo humano. Y un hombre en particular es un cuerpo que él experimenta -un cuerpo humano. El hombre es la experiencia encarnada de un mundo que tiene significado para él, como un dialecto individual. El hombre le habla al mundo y éste significativamente “le” habla a él. El mundo le ofrece invitaciones, preguntas, órdenes, promesas, y amenazas. Esto es tan verdadero como la experiencia de un hombre hacia un paisaje, un edificio o la superficie de la luna o como la experiencia de un hombre hacia un par. El hombre vive en un mundo que lo invita a vivir y a ser de algunas formas; el mundo le dirige preguntas; y algunas veces este mundo lo invita a morir. Un hombre puede aceptar o declinar estas invitaciones. La experiencia de cada hombre es una forma posible para el mundo de ser -una erupción del mundo dentro de la esfera humana, el reino del habla. “Habla, que te podré ver.” Cada vida es un posible diálogo con el mundo, una posible serie de respuestas a las invitaciones, preguntas y órdenes que él mundo “articula.” Más aún, cada vida, cada forma de experimentar y cada forma de replicar es la posibilidad de cada uno. Los loros no tienen una canción instintiva; sólo imitan los sonidos a su alrededor. El hombre no tiene forma instintiva de experimentar y replicar los mensajes del mundo. Él puede copiar mensajes disponibles o inventar nuevas formas de ser. Si puedo actuar y experimentar en alguna forma, también tú puedes.
Si la vida humana es la experiencia de vida, el ser que experimenta más, con gran intensidad, vive más. Si la vida ocurre en el tiempo, entonces aquel que tiene más tiempo tiene más vida. Si la vida es experiencia, entonces ese que disminuye mi conciencia es un asesino. Y cuando yo eclipso mi experiencia, yo mismo cometo un suicidio parcial.
Una persona vive tanto como experimenta su vida teniendo significado y valor y tanto como tenga algo para vivir -proyectos significativos que lo inspiran y lo invitan a moverse dentro de su futuro. Él continuará viviendo tanto como tenga esperanza de llenar significados y valores. Tan pronto como el significado, valor y esperanza se desvanecen de la experiencia de una persona, este deja de vivir; empieza a morir.
Ahora, voy a proponer lo siguiente: la gente se destruye a sí misma en respuesta a una invitación originada de otros para dejar de vivir. Y que gente vive en respuesta a la experiencia de invitaciones crónicas a continuar viviendo en alguna forma, o en cualquier forma.
El morir puede ser visto fructíferamente como respuesta a una invitación, que es, la experiencia a una invitación. Esta invitación es extendida por otros. Esto se origina en la conciencia de alguien, algunas veces como un deseo conciente, algunas veces no tan bruscamente, pero un tanto indiferente a la continuidad de la existencia de la persona en cuestión. De cualquier forma el deseo de morir o la indiferencia a la continuidad de la existencia, es comunicado a quien podríamos llamar un suicida. El mismo se experimenta el ser invitado a detener su vida y se obliga a sí mismo. ( Realmente, puede sólo ser invitado a detener esa forma de vida ) .
Él puede aceptar la invitación disparándose, tomando pastillas para dormir, saltando de un puente o arrojándose bajo las ruedas de un auto. O puede cometer el suicidio más lentamente deteniendo sus proyectos, desintegrándose a sí mismo ya que es ostensiblemente matado por gérmenes y virus, los cuales lo han matado porque sus mecanismos de inmunidad han sido dejados fuera de combate. O comete suicidio al suspender su vigilancia hacia todas las cosas que siempre se presentan para matar a una persona, pero a las cuales él comúnmente detiene o neutraliza cuando experimenta su existencia de tener valor, cuando tiene cosas que hacer, proyectos que llenar.
Dentro de nosotros tenemos microorganismos mortales suficientes como para matar a un ejército, pero usualmente se mantienen en espera tanto tiempo como la persona experimenta su vida como significativa, esperanzadora y valiosa. Cualquier cosa en el mundo que disminuya la experiencia de esperanza de una persona, su significado y valor a su existencia continua, liberará la actividad de los mecanismos de auto-destrucción más rápido que lo que lo haría el desgaste ordinario y común.
Postulo que las posturas oficiales de la esperanza de vida, sobre las cuales una persona ha sido entrenada, proveen una fuente de una auto-destrucción acelerada. Así, muchas culturas no tienen más roles para personas que pasan de una determinada edad; así como esta sociedad no tiene más comida o refugio para un número determinado de miembros de su tribu y grupo. Y entonces, cuando una persona ha llegado a la edad en que supone muera, si ha sido efectivamente socializado en la visión de vida de esa cultura, entonces es obligado a morir. Es asistido en este proyecto por las expectativas de aquellos que no estarán junto a él por mucho tiempo. De hecho, él podría ser un muerto en las conciencias de otros antes de que haya muerto (el paralelo con la muerte vudú es obvia). Si hay alguna validez empírica de este análisis -y al querer decir muerte de edades en varias sociedades se presta para alguna credibilidad- entonces se vuelve importante el redefinir “muerte natural, de vejez” como una vez fue suicidio o asesinato -una invitación a morir, extendida por otros que ha sido aceptada por la víctima.
Tengo la impresión que una aproximación al problema del envejecimiento de la gente que no quiere morir de aburrimiento o contribuir al problema de la superpoblación, es crear una agencia, como una agencia de empleo con conexiones internacionales específicamente para gente que tenga 60 años o más. Hombres y mujeres que han sido obligados a retirarse y que podrían envejecer y morir rápidamente, se les da la oportunidad de ser “exportados” a otros lugares, incluso otros países donde su conocimiento y experiencia sea mejor bienvenida y en vez de ser evaluada como obsoleta. Nosotros ya exportamos municiones obsoletas, automóviles, buses y maquinaria para desarrollar otros países.
Gente que no ha estado totalmente socializada y mistificada podría escapar a la sentencia de muerte no tomando en serio los puntos de vista tradicionales acerca del tiempo apropiado para morir; o podrían tomarlos seriamente, pero desafiando las invitaciones que se les hacen.
Nuestra sociedad entrena a nuestra gente para que viva a edades más altas que, digamos, la misma sociedad de hace cien años atrás. Pero matamos a nuestros ciudadanos de otra forma -al estimularlos a creer que hay solamente una identidad, un rol, una forma para ser, un valor para llenar más que una posibilidad de otras “encarnaciones” para ser vividas en una vida. Cuando esta base para su existencia es sobrepasada por el sistema, o es perdida, una persona puede empezar a morir, o puede matarse a sí mismo más rápidamente -más que reinventarse nuevamente. Tengo en mente a la gente que se suicida después de perder dinero, trabajo, un miembro de su cuerpo, su belleza, su sexualidad, un ser amado, o su estatus social. También estoy pensando en aquellos quienes, en reflexión, descubren que no son más la clase de gente que pensaron que eran. Y por lo tanto, al suicidarse, están diciendo, en efecto, que creen tener solamente una encarnación posible para ellos, una forma de ser y vivir. Cuando las bases o valores de su existencia son eliminados, también lo es su existencia. Sospecho que nuestras prácticas sociales estimulan a la gente a creer que sólo pueden ser de una forma, tal que no se puedan imaginar o inventar nuevos propósitos, nuevas identidades, nuevas vidas, cuando las antiguas ya no funcionan.
De hecho, creo que la mayoría de lo que llamamos enfermedad física y mental son la evidencia de que la forma en que una persona ha estado viviendo, hasta el punto de su colapso, han sido realmente sobrepasadas y ya es tiempo de parar esa forma de vida e inventar una nueva que sea más compatible con su bienestar. Pero los miembros de nuestras profesiones de ayuda construyen los signos de forma tal que se piense que una forma de vida específica sea vista más como una enfermedad que debe ser curada, en vez de hacer un llamado a detenerse, reflexionar y meditar, soñar e inventar un nuevo ser.
Las llamadas profesiones de ayuda no ayudan tanto a una persona a vivir como sí lo hacen al ayudarla a perpetuar su estilo de vida que ya ha sido sobrepasado. Nuestras fosilizadas teorías de la enfermedad y salud tienen la función social de perpetuar el status quo social, económico, y político. La gente se mantiene vital, creciendo, en forma y entusiasta como una función de que viven sus vidas. Viven sus vidas por proyectos con sentido. Cuando sus proyectos están desgastados, es tiempo de re-proyectarlos, no anestesiar la experiencia de la desesperación o desinfectar los intestinos; porque si la persona “enferma” resume su vida que estaba enfermándola, pronto se matará. ¿Cómo podrá ser posible que médicos y psicoterapeutas, educadores, asistentes sociales, y gente de cualquier Iglesia ayuden a la sociedad a mantener su estabilidad, su clase social presente y distribución del dinero y la libertad al estimular a la gente a NO reinventarse cuando es tiempo de hacerlo? ¿Es un verdadero suicido para una persona el consultar a un practicante alta y rígidamente socializado y establecido?
Cuando una persona siente que no puede seguir viviendo en la forma que lo ha estado haciendo, cuando se siente atrapado en congeladas relaciones interpersonales en un sistema social que siente que no le ofrece salidas, él podría caer físicamente enfermo, volverse esquizofrénico o psicóticamente depresivo, o podría cometer suicidio. Pero la experiencia del engaño es sólo eso -una experiencia. Al ser la conciencia humana lo que es, puede ser mistificada y entrenada en formas que fijen hábitos de construir; puede ser liberadora para que la persona, sintiéndose atrapada por una forma de construir su situación, pueda liberarse a sí misma por medio de una imaginativa y creativa reconstrucción de la situación.
Podemos preguntar, ¿Cómo entrenamos normalmente a la gente en la actividad de construirse e imaginar?(o autodiseñarse*)
Mi punto de vista es que, típicamente la entrenamos para tener una imaginación empobrecida, una imagen banal de sus posibilidades y de las posibilidades del mundo, y con formas rígidas de agregar significados. Entrenamos gente para reprimir su experiencia de libertad y para reemplazarla con la convicción de que en ciertas situaciones “no tiene alternativa.” Nuestra forma de socialización es efectiva al producir un sistema social que tiene un inmenso egreso productivo y mucho bienestar material, pero al costo de alienearlos a todos nosotros de nuestras propias posibilidades. Incluyendo la posibilidad de reinventarnos y reconstruir nuestras situaciones de sentirnos entrampados. Y las instituciones sociales tales como la televisión estúpida, la educación pública, la prensa popular, religión ganan control sobre las conciencias de la gente y contribuyen a la enfermedad, locura, y auto-destrucción tanto como ayudan a mantener el status quo. Cualquier profesor que libere, expanda y / o active la conciencia de una persona está creando una condición para una vida más rica y de más larga duración.
La invitación a morir, si es dada de buena fe, abiertamente -“Di, ¡Por qué no te dejas morir!” -puede ser vigorosamente declinada. Una invitación a morir dada de mala fe, como un deseo de fantasía que es comunicado subliminalmente o que es comunicado como indiferente, es más sutil, más difícil para una persona para tomar en cuenta. Laing y Esterson documentaron la forma en que miembros de una familia de niñas esquizofrénicas comunicaban su deseo de que ellas aniquilaran sus propias visiones de sí mismas y del mundo y las reemplazaran con otras de alguien que fuera ajeno a ellas. Entonces los padres negaron la parte que ellos tenían en destruir las perspectivas de sus hijas. Sospecho que descubriremos que, para la gente que se suicida, o que muere antes de lo que “deberían”, encontraremos evidencia de que el deseo de morir existe en algún nivel de conciencia en la gente que vive alrededor de ellos. O además podríamos encontrar que una persona se siente morir mucho más rápido si no existe para otros.
Las implicancias que veo en mi análisis son relacionadas al efecto de que es posible estudiar un sistema social, una relación interpersonal, a ver en qué formas las invitaciones a morir son comunicadas, donde se originan y explorar formas para contarlas. Y es posible estudiar prácticas socializadoras, ideologías médicas y sanadoras, para cerciorarse en qué forma fallan en activar la experiencia de una persona hacia su libertad, su imaginación creativa, y su libertad para reinventarse a sí misma cuando una forma de ser se ha vuelto palpablemente imposible de vivir más. Seguramente hay otras alternativas de engaño más que enfermedades físicas, psicosis o suicidio.
Creo que en nuestra sociedad necesitamos tomar el precepto, “Naceremos de nuevo” de nuestras escuelas de día Domingo y ponerlo en nuestras escuelas públicas. Creo que necesitamos liberalizar y pluralizar nuestra estructura social, para que podamos enseñar a la gente una teoría de crecimiento personal que pueda alentarla a dejar a un lado la idea de la encarnación, sin matar su esencia encarnada, con la intención de que puedan inventar nuevas formas y encuentren lugares y compañía para vivirlas hasta que mueran de envejecimiento y no de autoimaginación empobrecida por el condicionamiento. Centros de meditación y retiro más que hospitales, donde la invitación a vivir está seriamente extendida y donde hayan guías disponibles a ayudar a una persona a matar la identidad que ha sido sobrepasada (no su cuerpo) para que así pueda inventar una nueva -esta puede ser una respuesta al problema de la auto-destrucción (Ver capítulo 8). Y si hacemos nuestra sociedad aún más pluralista, la gente tomaría una perspectiva que es imposible de vivir en una escena a otra en que esta es bienvenida; o ser alentada a regresar a sus escenas viejas, pero en una forma reencarnada. Necesitamos aprender cómo invitar a la gente a explorar y tratar sus posibilidades mucho más de lo que la educación estándar parece estimular, para que la invitación a vivir y crecer sea tan fascinante como la invitación a morir. De hecho, necesitamos un nuevo especialista -uno que ayude a la gente a encontrar nuevos proyectos cuando los antiguos, aquellos que los han hecho vivir, hayan perdido sentido.
Una señal de una buena teoría, como si se tratara de una perspectiva iluminadora y enriquecedora, es su poder de reconciliar y superar contradicciones. Una buena teoría del suicidio debería hacer inteligible tanto el comportamiento del vivir como el del morir. Creo que el reciente libro de David Bakan, Enfermedad, Dolor y Sacrificio, contiene los ingredientes de tal teoría, una que los estudiosos del suicidio deberían examinar cuidadosamente.
Bakan propone el concepto de morir “diferencial” para describir el fenómeno de un organismo haciéndose a sí mismo lo que anticipa que el medio le hará a él. Otro término de su autoría es la “descentralización télica,” se refiere a una renuncia de los propósitos (telos) que dan sentido y significado a la vida de una persona (al nivel fenomenológico), y de igual forma, permite la organización y forma de subordinar procesos a operar sin ser verificados por instancias más altas. Él ve tal “descentralización” como un factor determinante en el cáncer y otras enfermedades físicas. El paralelo con mi teoría de la “despiritualización” es obvio. Bakan atribuye un montón de evidencia empírica para sustentar su tesis, lo cual tiene mucho sentido para mí. Más aún, su teoría y la mía tienen muchas implicancias prácticas. Si una persona carga dentro de sí los significados por los cuales su cuerpo se puede destruir a sí mismo y si el ambiente tiene muchos significados para destruir a una persona, entonces el problema no es el suicido o la muerte, sino que más que eso, vivir en la cara de tantos patógenos físicos y tantas experiencias de invitación a abandonar la vida.
Ahora, una persona puede invitar a otra a cambiar su forma de ser de muchas maneras. Puedo invitarte a cambiar el significado que le das a las cosas y eventos, te puedo ayudar a reconstruir tu mundo. Te puedo invitar a cambiar desde la forma falsa a la forma auténtica. Te puedo invitar a comprar o vender, etc. Lo siguiente es que te puedo invitar a tratar de vivir en nuevas formas cuando te has experimentado como invitado a morir. Cuando tus propósitos se han desgastado, entonces parece ser que no hay lugar para ti y tu forma de ser en un determinado tiempo y lugar, y cuando sientes que has sido abandonado por otros, puedo invitarte a reinventarte y encontrar desafíos en nuevos proyectos. Te podrías volver entonces re-inspirado, y obtener centralización télica renovada, y una renovada vida.
Desintegración, o descentralización télica, es situada por Bakan como la condición de auto-destrucción y como la condición de crecimiento, por una “diferenciación” más allá de un organismo de una persona. Además, he escrito sobre el crecimiento como una forma de morir (el fin de algunas ataduras, el fin de proyectos, darse por vencido,o volverse psicótico en algún grado) seguido por un renacimiento -de nuevos desafíos, fascinaciones e invitaciones. Estas formulaciones se vislumbran claramente con las de Bakan. El suicidio, especialmente el suicido en jóvenes, podría ser visto como uno que ha alcanzado el fin de sus ataduras, de sus proyectos, y quien, a menos que sea efectivamente invitado a vivir, erróneamente crea que no puede vivir a más allá y se suicide. Los terapeutas lo harían bien al investigar más allá dentro de los fenómenos de invitación y de auto-reinvención, ya que estos sí son asuntos de vida y muerte.


Nada de lo que he dicho debe ser visto como un planteamiento moral contra el suicidio. Creo que todos tienen el derecho a escoger su muerte. Pero me opongo al suicido que se produce por la falla de autodiseño y por una empobrecida o condicionada imaginación.
Del Libro de Sidney Jourard “The transparent Self”, traducido por Edgardo Riveros.
Me sorprende sobremanera que un autor como Jourard quien escribiera este libro en 1967, se haya adelantado tanto a nuestro tiempo, regalándonos sus comentarios sobre autodiseño, imaginación de autoliderazgo, reinventarse a partir de los quiebres como avisos de la vida que nos significan la posibilidad de terminar con único rol o un estilo de vida y buscar nuevas formas de encarnarse en nuevos proyectos de vida, ello determina el sentido y el propósito (telios) así como en definitiva la esperanza de vida. Este artículo nos contribuye a ampliar nuestra mirada hacia nuestro propio estilo en que estamos desarrollando nuestra vida, así como al concepto de normalidad y plasticidad, al descubrior que nosotros mismos somos un dialecto único y singular a desarrollar en nuestra vida física y que al mismo tiempo, el dialecto que somos podemos desarrollarlo en la medida en que singinificamos la realidad de un modo propio, porque lo que estamos conjugando diariamente es nuestro idioma, nuestro lenguaje como construcción de una realidad posible: nosotros mismos.
La idea de autodiseño puede aplicarse al liderazgo, tanto como a la psicoterapia o a la educación como un espacio en que profesores y alumnos puedan crecer a través del desarrollo de sus propios segundos lenguajes como le llamara Jourard a este lenguaje propio de la autenticidad.
Ojala que a mis alumnos se lesa de utilidad este mensaje en el desarrollo personal y en su vida futura, cuando en algun momento las cosas no nos funcionen como nosotros queríamos o suponíamos, ante esa eventualidad no olvidemos que podemos cambiar nuestra estrategia o nuestro estilo de vivir o de amar, podemos autodiseñar lo que sí queremos y de acuerdo a un autodiseño auténtico de nuestra autenticidad podamos re-conversarnos e inventarnos de nuevo.
Edgardo Riveros

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